
Días Tristes
Identidad visual para una banda mexiquense, cuyas letras melancólicas y profundas exploran las múltiples formas del amor y la pérdida.
Desde su formación en el Estado de México, Días Tristes ha sabido tocar una fibra emocional única en el panorama musical latinoamericano. Sus canciones, envueltas en una atmósfera nostálgica, hablan del desamor con una sensibilidad cinematográfica
Para este reto, el estudio de diseño fue invitado a crear una identidad que hablara de tristeza sin ser sombría, de belleza sin ser decorativa, y de amor sin ser cursi.


La identidad nace del entendimiento de que la tristeza no siempre es algo negativo; en muchas culturas, es una forma de conexión, de introspección, incluso de belleza.
El equipo creativo pasó tiempo escuchando la discografía de la banda, asistiendo a sus ensayos, y sumergiéndose en el universo lírico que habían construido. A partir de esta inmersión, se propusieron tres principios rectores para el diseño: honestidad emocional, poesía visual y atemporalidad.




El nombre Días Tristes tiene una resonancia poderosa: evoca imágenes de cielos grises, cartas no enviadas, habitaciones en silencio.
El logotipo se diseñó como una palabra dibujada a mano, ligeramente irregular, como una línea temblorosa de un diario íntimo.
Se creó la forma de un ojo llorando para reforzar el elemento de tristeza — partiendo ambas palabras y jugando con las "i"— que se usa de manera dinámica en diferentes aplicaciones, como en una bolsa, en stickers, pines, redes sociales, etc.




La fotografía de Días Tristes no documenta, evoca.
Los retratos de la banda aparecen desenfocados, bajo luz natural, muchas veces en interiores que parecen recuerdos: una habitación desordenada, un amanecer visto desde la ventana. Los colores se desaturan ligeramente en posproducción, y los encuadres son íntimos, como capturados sin que los sujetos se dieran cuenta. Las texturas —el grano de la película, la luz filtrada a través de cortinas— son protagonistas tanto como las personas retratadas.




Días Tristes ha consolidado su presencia como una banda con una propuesta estética coherente y profundamente humana.
El nuevo diseño les ha permitido expandir su merchandising, crear experiencias inmersivas en conciertos y presentarse con mayor fuerza en festivales internacionales. Pero más allá del crecimiento tangible, la identidad ha servido como espejo emocional para sus seguidores, que encuentran en ella un refugio visual para sus propios días tristes.